De pronto estaba en todas las noticias. Un funcionario yuppie a quien conocí en un matrimonio (al que asistió acompañado por su esposa e hijito) se había puesto en evidencia por gastar US$ 3,000 en una cartera (!!!) para su amante. Un “wanna be” Edward Lewis se había creído hábil y su estupidez había encendido las alarmas que llevaron a las más altas autoridades a descubrir sus malos manejos.
El caso me impactó de especial manera porque pensaba que esas noticias se encontraban muy lejos de mí, y, sin embargo, hubo otras personas que no estaban tan lejos de mi círculo que participaron en estos sucesos.
Lo comenté largamente en casa. Analicé la situación, me sorprendí y di mi opinión de cuán absurdo era todo, de cómo aquellas personas habían podido ser tan patéticamente irresponsables, desleales, entre otras cosas.
Y los años pasaron. Sólo tres años pasaron y entonces… el huaico.
Lo que al principio parecía sólo un tema de infidelidad, resultó luego un tema de prostitución, para al final develarse como un acto de corrupción.
El impacto de estar casada con un corrupto fue mayor que aquél de saber que me habían engañado con prostitutas.
¿Por qué? Por el engaño, la traición, la hipocresía y el daño causado, especialmente a mis hijos.
Pero, sobre todo, por la decepción. Fui testigo presencial de todo el esfuerzo desplegado por el difunto para acabar la carrera, hacer su maestría e ir escalando en su carrera profesional hasta ser destacado en otro país. Era un hombre aparentemente respetado por sus jefes y subalternos. Y luego ¿echar todo por la borda?
Sólo un sujeto de intelecto reducido y alma vacía puede creer que la felicidad se encuentra escondida en una cartera Louis Vuitton, en un Ferrari, en una habitación de cinco estrellas o en los primeros asientos de un avión.
Pero de todo lo malo sale algo bueno y, particularmente, luego de todo lo vivido tengo la satisfacción de saber valorar mucho más la verdadera felicidad: la salud, el trabajo honesto, el amor y respeto de mis hijos, de mi familia y de mis amigos, la compañía de mis mascotas y poder ir a dormir cada noche con el alma en paz….
Foto: mujerhoy.com
