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72. La vida te cambia en un minuto

Estábamos mi hija y yo en uno de nuestros restaurantes favoritos, listas para degustar las delicias italianas que allí preparan, en una fecha muy especial: el santo de la nonna pues a ella no la celebramos el día que murió, sino el día en que este planeta tuvo la suerte de verla nacer.

Las copas servidas de vino tinto, los cubiertos relucientes, música barroca, nuestra felicidad entre carcajadas… y de pronto… gemidos, angustia, llanto… por más que buscábamos entre las mesas el origen de los lamentos, no podíamos identificar su procedencia. Hasta que una señora mayor, una abuelita, dijo entre gemidos “discúlpenme por favor, pero me acaban de avisar que mi nieta se ahogó en la piscina”…

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Silencio, lágrimas, escalofríos, desconsuelo, ganas de apretar a esa viejita y decirle que lo sentíamos mucho… sin temor a equivocarme, eso era lo que todos los presentes sentíamos y queríamos hacer. A todos se nos quitó el hambre y las ganas de celebrar.

Pero así es la vida. Un minuto dicha y al siguiente uno no sabe qué puede ocurrir. Y, por eso, no he permitido, desde que esto sucedió, que esta amarga experiencia ajena pase desapercibida en mi memoria. Debo recordar todos los días que las bendiciones de las que gozo son tan efímeras como mis sueños, que debo hacer caso a mis instintos y a mi olfato cuando quiero solucionar algo porque mañana…. quién sabe! Desde ese día, he ido recobrando retazos de mi pasado, reconectando con actividades y personas a quienes hace mucho no veía….

Hace unas semanas, por ejemplo, retomé el contacto con alguien a quien le tengo mucho cariño y a quien, por motivos que ya ni vale la pena recordar, le tenía un gran resentimiento. Decidí que era el momento de pasar la página, al menos por mi lado, y los astros se alinearon y por fortuna la otra parte también tenía el mismo interés y tuvimos una linda conversación. Espero que se acuerde de todo lo conversado, que los lazos permanezcan vigentes y que podamos retomar la amistad bonita que siempre hubo porque los quereres sinceros, esos que están ahí desde siempre son raros. Podemos estar rodeados de mucha gente, pero pocas personas en verdad te conocen tal cual eres y eso no se debe dejar pasar por alto.

Me digo entonces a mí misma: la vida te cambia en un minuto y, por eso, celebra cada momento, incluso los malos porque de ellos se aprende y te hacen una mejor persona. Abraza, quiere, engríe, viaja, ríe, disfruta, baila como si no hubiera mañana, como si hoy fuera tu última oportunidad de hacer eso que tanto deseas, de ser mejor que ayer.

Gracias por su valiosa compañía en el 2023. Reciban todos el nuevo año con optimismo y una gran sonrisa en sus labios y corazones. Nos vemos a la vuelta del calendario…

Imagen tomada de Google

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