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80. Como vaca sin cencerro

Durante muchos muchos años hubo interminables características de mí que no me gustaban. Andaba por ahí como vaca sin cencerro, perdida en el laberinto de mis inconformidades. Deseando ser alguien más. Ansiando giros, renaceres o parecerme a alguien más.

Mi nombre, por ejemplo; no sé si hubiera deseado llamarme diferente, pero definitivamente prefería que no me llamaran por mi nombre completo porque en mi casa sólo me llamaban así cuando estaban enojados conmigo.

Mi peso. Luego de terminar el colegio, aumenté de peso y tener a mi mamá de policía del hambre no ayudó en nada. Ella tenía una obsesión con estar delgada y tener una hija robusta (su venus de mole) no le agradaba. Me fiscalizaba y me decía a cada rato que no comiera. Esto causó en mí una rebelión, especialmente el día que regresó muy triste de la calle y me dijo “¡Qué vergüenza me ha dado que me digan ‘cómo se ha engordado tu hija’!”. Parecía que le habían dicho que su hija era una drogadicta.

Mi pelo fue por largo tiempo motivo de frustración porque no es ni ondulado, ni lacio. Es más bien eléctrico y siempre deseé que fuera dócil. Pero, como su dueña, la docilidad no era una opción. El pelo que adorna mi cabeza es abundante y esponjoso, como yo. No le gusta que lo peinen y es feliz secándose al viento y sin ningún peinado que lo limite.

Mi color vainilla siempre ha sido el blanco de múltiples bromas. Esto me hizo sufrir innumerables insolaciones y sentirme casi culpable de no tener color capulí.

Ocultaba no saber nadar ni montar bicicleta, actividades que la mayoría del planeta practica a diario.

Me sentía incómoda porque escogía la comida por su apariencia (si no me gusta cómo se ve, ni la pruebo), por ser enemiga de los mariscos (me parecen insectos gigantes) y de las vísceras (a excepción del anticucho). De las frutas, sólo soy amiga de una y las verduras me son en su gran mayoría, indiferentes, cuando no impasables.

Me acostumbré a ocultar mi vasto vocabulario porque me avergonzaba que me dijeran que hablaba “raro” y es que tuve un papá que me inculcó desde muy joven la lectura y el buen cine, de manera que hay infinitas palabras que para mí son familiares, pero que a otros les pueden sonar extrañas y rebuscadas.

Tampoco mencionaba nunca cuánto me gustaban los clásicos barrocos por temor a las burlas de mis coetáneos.

¿Y la edad?, me preguntan. Mi edad, en cambio, nunca ha sido algo que no me guste. Siempre cumplo años contenta y orgullosa. Me siento muy joven por dentro, aunque mi cuerpo, cada vez más a menudo, se las ingenie para recordarme que estoy en la mitad de la base 5.

***

La ruta de la vida me ha ayudado a amistarme con mi nombre, elegido con mucho amor por mi papá porque en italiano significa pequeña; con mi peso, aunque soy consciente que debo mantenerlo a raya por un tema de salud, de manera que hoy por hoy la balanza es mi aliada y ya no mi enemiga; con mi pelo que a veces acepta dejarse conquistar por el cepillo, la secadora y la plancha, y queda hermoso, largo y reluciente; con mi color porque el tono vainilla está plasmado en una piel muy suave y no tengo las arrugas que veo en otras mujeres de mi edad y en algunas incluso menores que yo; con no saber montar bici, ni saber nadar porque comprendo que de niña me faltaron hermanos y me sobró aprensión; con mi extraña manera de elegir lo que como y con el hecho de que mi pizza favorita es la hawaiana; con mis palabras enredadas que me ayudan a hilvanar mis pensamientos y plasmarlos en mis relatos; y con mi gusto musical ecléctico porque luego de escuchar a Bach o Vivaldi puedo ir inmediatamente después a bailar feliz un reggaetón en mi clase de zumba…

El día de hoy, esta vaca sin cencerro se siente muy cómoda con todo ello que la dibuja, que la conforma, que la contiene, que la representa y que la hace tan única y especial… Esta vaca sin cencerro se ama profundamente y se acepta con sus aciertos y desaciertos porque al amarme primero yo, puedo amar a los demás, especialmente a mis hijos, con un amor saludable y dadivoso, redondo y color vainilla, ecléctico y rebuscado, pero sobre todo puro y sincero…

Foto tomada de Google

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