Hagamos un ejercicio: ¿Quisieras para tu hija un novio o esposo como el que tú has sido a lo largo de tu vida?
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Puedo avistar una cara desencajada de la mayoría de hombres al hacerles esta pregunta. Y es que es difícil reconocer abiertamente lo mal que la mayoría de hombres (OJO a las que ya me están levantando la ceja, la mayoría no son todos) se comporta a lo largo de su vida en sus relaciones afectivas.
A los hombres les encanta exaltar a “su madrecita” “su santa madre”; que nadie les mente la madre ¡oh pecado!, ni se atreva a decirle una grosería ni mirar con aire seductor a sus madres. ¡Qué barbaridad! Ellas son intocables, santas, puras y castas. Casi me parece que creyeran que fueron concebidos gracias al espíritu santo y que esas mujeres que les dieron vida no tienen ni nunca tuvieron deseos carnales.
Ni qué decir de lo que piensan de sus hijas. Ponen cara de asesino al primero que venga a rondar a la presa cuando las hijas entran en la adolescencia. ¡Sus hijas serán monjas o se casarán a los 40!
Sin embargo, cuán poco respeta la mayoría de hombres a las mujeres que eligieron como compañeras de vida. Las engañan, las violentan física y emocionalmente, les ponen cuernos y un largo etcétera.
Quizás el ser humano no esté hecho para ser monógamo y lo que estamos tratando como sociedad es imponer un comportamiento que atenta contra el verdadero sentido de su naturaleza. Pero si esa teoría fuera válida y comprobada (algunos afirman que sí), entonces eso se aplicaría a los seres humanos y no solamente a los seres humanos machos (lo aclaro por si hubiere algún neanderthal leyendo estas líneas).
Las mujeres, entonces, tampoco seríamos monógamas, y no por eso deberían vernos como desleales ni inmorales.
Pero antes de pensar en hipotéticos escenarios donde todos pudiéramos ser libres de estar con quienes quisiéramos en el momento que se nos antoje, seamos más sensatos.
Apliquemos en nuestro entorno más íntimo las leyes de respeto y consideración que exigimos para “nuestras” mujeres.
¿No te gusta que miren a tu mamá de forma libidinosa y que le digan asquerosidades? Deja de hacerlo con otras mujeres porque ellas también son madres, hermanas, hijas y esposas o novias de alguien.
¿Detestarías saber que alguien insultó o le pegó a tu hija? Deja de dañar a aquellas que se cruzan en tu camino. Trátalas con respeto, igualdad, consideración.
¿No podrías soportar que a tu mamá le pongan unos cuernos que pesan, duelen y humillan? Deja de ser infiel. Termina primero la relación en la que estés y luego haz lo que te dé la gana.
¿Sufres pensando que algún mal hombre podría tener una doble vida, despilfarrar dinero con mujerzuelas, malversar fondos de su empresa y encima echarle la culpa a tu hermana del descalabro de su matrimonio? Descarta cualquier comportamiento misógino y abusivo en tu casa, tu trabajo, tu escuela, la calle, mientras viajas, cuando te vas a bailar a una discoteca.
Entonces ¿quisieras para tu hija un novio o esposo como el que tú has sido a lo largo de tu vida? Deseo que cada vez más hombres puedan contestar que sí a esta simple pregunta.
Foto tomada de Pinterest
