Cuenta la leyenda urbana que mi hijo un día pasó por la sanguchería Palermo (¡tan rica!) y me preguntó:
- Mamá, ¿cuál es el país chicharrón?
- Y yo perpleja lo miré ¿el país qué????
- Ahí dice en el cartel – y leyó despacito como para dummy y yo pudiera entender su pregunta – Ja-món-del-pa-ís-chi-cha-rrón
- Y yo PLOP como Condorito
Mi hijo siempre nos ha entretenido con su vivacidad, su luz, su desenvoltura y su encanto.
Un día estaba yo con él en un cumpleaños infantil y mientras él jugaba, yo conversaba con otra mamá y de pronto lo veo parado frente a una mamá que ni él ni yo conocíamos junto a otro niñito y esa mamá (angelical) le daba cucharadas intercaladas de gelatina a su hijo … y al mío.
Y como ésas podría contar mil y un anécdotas de la vida divertida al lado de mi hijo. Siempre alegre, siempre juguetón y bromista. Cuando él se ríe, me llena el corazón de felicidad. Especialmente ahora que ríe poco porque de pronto, esa luz de 100 watts bajó su intensidad a 50 watts y mi hijo se guardó para él solito. Seguramente los sucesos que vengo narrando tuvieron mucho que ver.
Algo que no ha variado en él desde que nació es su testarudez y su reclamo. No por gusto mi mamá lo bautizó como Don Quejas. ¡Buena chapa!
- ¿Y mi beso?
- ¿Y para mí?
- Yo también quiero
- ¿De qué están hablando? Yo también quiero saber.
Pero no es lo único. Tampoco ha variado su generosidad, su bondad, su ternura, su amistad incondicional para sus hermanos del colegio, su amor por los animales, su sagacidad e inteligencia. Tantas cualidades que le sobran y que él no ve porque es demasiado exigente consigo mismo.
El infinito e intenso amor que siente por su hermana es algo que me conmueve. ¡Me hubiera encantado tener un hermano que me amara así!
¿Qué haría yo sin sus constantes declaraciones de amor? Espontáneas y sinceras. Recuerdo aquella vez que me preguntó (tendría unos 3 o 4 años) “¿Qué voy a hacer cuando no escuche tu voz?” Mi voz siempre estará contigo hijo mío….
Lo admiro porque ha sabido sobreponerse a la pena y porque, a pesar de que le cuesta, sabe reflexionar sobre sus yerros y reconocer sus defectos. Está dispuesto a dejar la última gota de sudor en la cancha para ser una buena persona. Es un ser de luz lleno de buenas intenciones.
Hace poquito ha cumplido 20. ¡Qué edad tan bella y promisoria! Con toda la vida por delante para experimentar, crecer, hacer planes y ejecutarlos, equivocarse, y hacer nuevos planes.
Hijo mío, en esta edad maravillosa y comienzo de tu adultez, te deseo que sigas brillando como el sol, que aprendas todo lo que puedas de las personas que tienes cerca, de sus aciertos y de sus fallas, que culmines la universidad para que puedas tener una vida independiente y próspera que te permita gozar de la vida.
Nunca te avergüences de pedir perdón cuando te equivocas y perdona rápido cuando la gente reconozca sus errores. Persevera, sé auténtico como hasta hoy, persigue tus sueños, no permitas que la desidia te venza. ¡Cómete el mundo hijo mío porque es tuyo! No te detengas por los obstáculos, sino que obsérvalos como tus mejores maestros.
Y, mientras tanto, estoy segura que el niño juguetón, travieso y desenvuelto que quería visa para la república del país chicharrón sigue adormecido en ese cuerpo de hombre que hoy tienes. ¡Anda despiértalo! ¡Lo extrañamos!
Foto : nme.com