¿Otra vez a Disney? Me preguntan con palabras o miradas cada vez que cuento dónde pasaremos mis hijos y yo las fiestas de fin de año. Y es que en los últimos años ése ha sido el destino elegido por unanimidad.
No espero que nadie nos entienda. Nos basta estar felices los tres.
I
Mi primera vez en Disney fue en 1982. Tenía 12 años y mi mamá me preguntó dónde quería ir de viaje. A Disney! dije sin pensarlo ni medio microsegundo. Después de todo, a esa edad es normal que los niños sueñen con conocer ese destino “infantil”. Durante los 45 días que viajamos a múltiples destinos, 4 de ellos incluyeron Disney (Orlando y Los Angeles). Fui tan feliz y recuerdo a mi mami disfrutando como una chiquilla!
II
Tuvieron que pasar 14 años para que pudiera volver a visitar el universo mágico y en esa oportunidad recuerdo haber disfrutado tanto o más que cuando tenía 12 años. Era casi la única adulta sin niños que hacía cola para abrazar a Mickey Mouse y sentí una ilusión desbordante. Igual a cuando era niña.
III
Nueve años después de mi segundo viaje, fui con mis hijos pequeños. Fue una experiencia maravillosa. Ellos y yo gozamos por igual. Salíamos tempranito hacia los parques y regresábamos exhaustos y dichosos ya de madrugada. El día de hoy, los tres consideramos que este viaje fue el mejor que hicimos con la familia de cuatro que antes teníamos y lo recordamos con mucho cariño (al viaje!)
IV
Tres años después, volvimos a ir y esta experiencia distó mucho de las anteriores. Una persona que viajaba con nosotros se encargó de malograr el viaje. Fue vil, hostil, mezquina, mentirosa y cruel. Pisé el palito y terminé gritándole mientras los hermosos fuegos artificiales iluminaban el cielo en plena nochebuena y disfrazaban mis gritos, de manera que (creo) muy pocas personas se percataron de lo que realmente ocurría. Recordé entonces que una de mis mejores amigas viajó allí con el psicópata de su esposo y éste la maltrató y le hizo pasar momentos muy desagradables. Cuando ella me lo contó, muchos años antes de mi penosa experiencia, pensé ¿quién puede ser infeliz en Disney? Sí se puede, y mucho. Luego de este viaje pensé que la magia se había terminado para mí y llegué a pensar que no querría volver a los parques nunca más.
V
Pasaron cuatro años y regresé. Esta vez con hijos adolescentes y con el enamorado de turno de mi hija. Fue un viaje muy entretenido y feliz que borró todos los malos recuerdos del anterior. Me amisté con los lugares donde me hicieron llorar y también me paré en el sitio donde pisé el palito y grité en público como una enajenada. Nunca me pidieron perdón por haberse portado tan mal conmigo y, sobre todo, con mi mamá, pero yo decidí perdonar. Al fin y al cabo, seguía casada con el difunto y la persona cruel del viaje anterior seguía siendo, por ende, parte de mi familia.
VI
Siete años después (ya había sucedido el huaico) decidimos pasar nuevamente las fiestas de fin de año en Disney. El día de hoy agradezco que tomáramos esta decisión porque al año siguiente empezó la pandemia, murió mi papá y mi mamá evidenció los rasgos de su terrible enfermedad. Sin la energía y felicidad que recargamos en ese viaje, no hubiéramos podido pasar el 2020 con la serenidad que lo hicimos. Fue muy lindo viajar con mis hijos adultos que fueron muy solidarios, me cuidaron y mimaron.
VII
El año pasado, decidimos repetir el plato. Mi mami había muerto hacía poco y no queríamos pasar las fiestas de fin de año en la casa. El voto fue unánime y quisimos regresar a hacer cosas que no habíamos podido o querido hacer en anteriores viajes, recargar el tanquecito de felicidad, volver a sentir esa absoluta sensación de felicidad y emoción descontrolada al entrar por las puertas de los parques. Además, ahora los gastos son compartidos y eso nos da un margen para darnos algunos lujos que eran imposibles en años anteriores.
VIII
Volveremos, sí, nos entiendan o no. Volveremos porque no vamos sólo para ir a los juegos. Volveremos porque en los momentos que estamos allí, olvidamos los problemas, la rutina, las discusiones tontas cotidianas. Es un mundo feliz. Es como debería ser el mundo. Las colas no son aburridas o cansadas, sino un momento de contarnos cosas de las que nunca hablamos. De observar a la gente que nos rodea y aprender. Nos gusta ver que hay diversidad: muchas familias interraciales y homoparentales. Muchas familias con discapacitados a quienes se dedican en cuerpo y alma. También hay familias disfuncionales, ésas que antes pasaban desapercibidas para nosotros, pero que luego de la experiencia vivida podemos detectar rápidamente y comentar todo lo aprendido en este largo camino. Recuerdo especialmente una del año pasado: una pareja con hijos pequeños que iban sentados delante nuestro y que durante todo el recorrido (de casi una hora) no le prestaron el mínimo de atención a la emoción de sus niños. Cada uno de los adultos estaba enfrascado en su celular tomándose selfies, desperdiciando momentos especiales en familia. Pensaba lo solos que se sentirían esos pequeños, tratando de entablar comunicación con sus padres sin éxito alguno. Pensaba en lo solos que se debieron sentir mis hijos aquella nochebuena entre gritos…
***
Hace poco me preguntaron por qué no gastaba mi plata conociendo otros lugares. Lo que más he hecho en esta vida (gracias universo!) es viajar. He viajado sola y acompañada. A destinos comunes y a otros muy exóticos. De turista y por trabajo. De manera que me siento satisfecha. Por supuesto que siempre hay mucho por conocer y mientras tenga salud y trabajo, viajaré a todos los lugares posibles. Pero cuando mis hijos digan al unísono “A Disney”, no me opondré. Me gusta satisfacerlos y además no es ningún sacrificio para mí. Me encanta que sigan teniendo ganas de pasar el año nuevo conmigo y eso no será eterno, así que debo aprovechar.
No veo la hora de estar allá nuevamente, llena de ilusión, haciendo cola para abrazar a todos los personajes, tomar miles de fotos, vencer mis miedos subiéndome a las montañas rusas, cantando con los musicales y sintiendo cómo mi corazón baila al ritmo de las hermosas canciones y los multicolores destellos de los fuegos artificiales…