Hoy en mi país se celebra el día de Santa Rosa de Lima, considerada como la patrona de la policía desde el 18 de setiembre de 1989.
La eligieron como patrona por ser el «símbolo y reflejo de la conducta moral que pretenden seguir sus efectivos debido a las excelentes virtudes que profesaba la santa».
Cuando hace casi 40 años me convencieron de personificar a Santa Rosa de Lima en una actuación escolar, además de la lógica vergüenza adolescente, tuve una linda sensación porque para entonces, y durante muchos años más, Santa Rosa para mí personificaba dulzura y me la imaginaba siempre feliz y bondadosa. En la época en que me la presentaron en los libros escolares, nadie hablaba de salud mental ni se cuestionaba por qué una jovencita ayunaría constantemente, se colgaría de los pelos como martirio o se flagelaría.
Más de 400 años después de su muerte, es imposible saber quién era la verdadera Santa Rosa, pero, de ser ciertas todas las historias que la iglesia católica explota, para mí está claro que muy normal no era.
Tampoco es normal que la policía de mi país, a pesar de haber elegido a Santa Rosa como patrona para emular sus altos estándares morales, permita que en sus filas abunden:
- delincuentes que conforman bandas criminales
- indolentes que te responden que si no has sido golpeada no pueden recibir denuncias por violencia psicológica – esta experiencia la viví personalmente; están esperando que a las mujeres nos muelan a golpes o nos maten para reaccionar
- inmorales que te piden una coima en las calles y carreteras a cambio de dejarte ir y que, en cuanto les dices que te lleven a la comisaría porque sabes que no estás infringiendo ninguna ley, te dicen “vaya no más, por esta vez lo vamos a pasar por alto”
- asesinos que matan a jóvenes indefensos mientras ejercen su derecho a la protesta como sucedió el 14N
- corruptos que pagan por ascensos irregulares
- abusivos con la gente de menos recursos económicos y emocionales
- y un largo etcétera
Los buenos policías ¡claro que existen! y me gusta pensar que son la mayoría, pero…
La mujer del César no sólo debe serlo, sino también parecerlo
De manera que espero que más temprano que tarde la institución sea saneada y volvamos a contar con su apoyo y protección con los altos estándares morales y bondadosos de una mujer que, a pesar de todos los trastornos de los cuales aparentemente era víctima, siempre se caracterizó por su generosidad y entrega al prójimo.
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