Soy una persona temerosa y cobarde y por eso no sé montar bicicleta ni nadar; no me gusta manejar en carretera ni en tráfico; me asustan las arañas y las cucarachas; le temo mucho a los temblores y, como no, a los terremotos aunque no he estado en ninguno; me da miedo viajar en avión y me asusta el mar.
Ésa soy yo.
Y, pues, la vida se encargó en el lapso de 5 años de mandarme pruebas fuertes y muy atemorizantes: traición, bancarrota, depresión, enfermedad, muerte…
Al principio sentí que mi vida había terminado y que no iba a poder con todo. Pero, cuán grata ha sido mi sorpresa de descubrir lo valiente que soy y que soy dueña de mi destino.
Entonces…
¡Qué importa si soy guachimán de orilla!
¡Qué importa si no sé montar bicicleta!
¡Qué importa si no me da la gana de manejar por temerosa!
¡Qué importa si grito y salto cada vez que veo una araña o una cucaracha!
¡Qué importa si me suda todo cuando hay temblores!
¡Qué importa si me asusta viajar en avión!
He vencido a los verdaderos cucos sin tirar la toalla: divorcio traumático, colapso económico, sufrimiento, pérdida…
Hoy, culminado ese quinquenio retador, me siento más fuerte y valiente que nunca. Veo a mis hijos felices y recuperados, y sólo puedo agradecerme no haber tirado la toalla.
Todo pasa, recuérdalo cuando te estés ahogando por algún problema o alguna pena y toma las riendas de tu vida, respira hondo, ponte tu armadura y sal al ruedo un día a la vez, list@ a darle lucha al miedo. Verás que eres más valiente de lo que tu mente quiere hacerte creer.
* Imagen: Tomada de Objetivo Bienestar