Para cerrar el año en este blog, quisiera comentar dos películas que tocaron profundamente mi alma y que, acaso luego de leer estas líneas, les provoque ver si aún no lo han hecho.
Belleza Inesperada (Collateral Beauty) – Año 2016 – Director David Frankel
La historia comienza con el gran Will Smith diciendo algo así:
«¿Cuál es su por qué? ¿Por qué se levantaron hoy de la cama? ¿Por qué comieron lo que comieron? ¿Por qué se vistieron como se vistieron? ¿Por qué vinieron aquí? ¿Cuál es el gran por qué? Estamos aquí para conectarnos. La vida se trata de personas. Amor, vida, muerte. Estas tres abstracciones se conectan con todos y cada uno de los seres humanos. Todo lo que codiciamos, todo lo que deseamos que no nos falte, todo lo que finalmente compramos se reduce a que a la hora de la verdad, añoramos amor, desearíamos más tiempo y tememos a la muerte. Amor, Tiempo, Muerte».
Sentí tan cercanas estas palabras, tan profundas y tan directas al corazón. Y debe ser porque a raíz del huaico tengo una conexión profunda con todo. En cada pregunta del «por qué», yo respondía mentalmente «mis hijos» porque ellos son el motor gracias al cual no me derrumbé. Acaso si no existieran, hubiera terminado en algún hoyo figurado o real.
Es necesario un gran por qué. La vida no puede limitarse a períodos estériles de trabajo, consumismo y diversión vacía. Miremos con cuidado y de seguro descubriremos que todos tenemos un gran motivo que nos impulsa a continuar en la brecha, a librar feroces batallas en búsqueda de la felicidad, la recompensa por la cual valen todos los sacrificios.
«El amor está en todo. Es la oscuridad y la luz. Es el sol y la tormenta. Está en la felicidad y en el dolor. Es el único por qué»
Como reza el pasaje bíblico que se lee en los matrimonios, «si no tengo amor, no tengo nada» y yo en estos últimos tres años he descubierto un caudal de amor que me eleva porque me hace ser mejor persona cada día (mejor mamá, mejor amiga, mejor hija, mejor empleada, mejor jefa, mejor, mejor, mejor…)
Collateral Beauty (me gusta más el significado que tiene en inglés que el que escogieron para la traducción) es, pues, una oda a la resiliencia, que nos alienta a observar, a conectarse profundamente con las personas y situaciones que nos rodean.
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Comer, Rezar, Amar (Eat, Pray, Love) – Año 2010 – Director Ryan Murphy
La magnífica Julia Roberts interpreta, con su íntima y emocionante caracterización, a «una mujer en búsqueda de su palabra». No sé si recuerdan que en una de mis primeras entradas decía que mi esencia se había desvanecido; ahora soy dueña de mi destino, que es lo mismo que decir que he encontrado mi palabra pues literalmente he podido dar forma a los oscuros demonios que me han rondado en estos años de navegación arrasada por el tumultuoso mar del dolor. Este proceso de escribir ha sido terapéutico. Me ha quitado un enorme peso de encima y, de pasada, tal vez haya podido ayudar a no sentirse tan solas a las personas que han transitado o que están transitando por su propia desolación.
Liz, el personaje principal, le escribe a su ex pareja una carta que versa más o menos así:
«¿Por qué no reconocemos que tenemos una relación mala y seguimos de todos modos? Aceptamos que nos peleamos mucho, ya casi no hacemos el amor, pero no queremos vivir el uno sin el otro. Así, podemos pasar nuestras vidas juntos, infelices, pero contentos de no estar separados. Querido David, hace tiempo que no nos comunicamos. Me he dado tiempo para pensar sobre mí. Tú querías vivir juntos y ser infelices para ser felices. Considéralo un tributo a mi amor por ti que acepté esa oferta tratando de hacer que funcionara. (…) Un sitio en ruinas parece una herida preciada, un corazón roto que no quieres soltar porque duele bien. Todos queremos que las cosas sigan igual. Conformarse con vivir infelices por miedo al cambio, a un derrumbe. Miré estas ruinas, todo el caos que ha sufrido, cómo ha sido adaptado, quemado, saqueado y reconstruido, y me sentí reconfortada. Quizá mi vida no haya sido tan caótica, pero el mundo lo es y la trampa es encariñarse de una parte de él. La ruina es un regalo. La ruina es el camino a la transformación. Hay que estar preparados para oleadas de transformación. Los dos nos merecemos algo mejor que seguir juntos porque tememos la destrucción sino.»
Yo hubiera podido escribir esa carta en los años previos al huaico. Nos habíamos estancado en el status quo. No había armonía. La relación era tóxica, pero cada vez que intenté hablar con el difunto de lo mal que andaba nuestra relación y lo mal que me hacía sentir a menudo, recibí la misma respuesta «¿Problemas? ¡Pero si estamos bien!» y automáticamente me trataba dulce y complacientemente, y yo pensaba que AHORA SI estaríamos bien.
La ruina es el camino a la transformación. Al mirar atrás y ver el camino que he recorrido, veo cuánto he cambiado. Cómo he aprendido de todo esto que me pasó. Cuán fuerte puedo ser. Me transformé en un ser luchador. Mis cartas ya fueron echadas, pero si ustedes aún están evaluando permanecer en una relación tóxica por miedo al cambio, les digo que el amor (de tu pareja, de tus padres, de tus amigos y hasta de tus hijos) no duele y si está doliendo ¡debes salir de ahí!
«A fin de cuentas, ahora creo en algo que llamo La Física De La Búsqueda. Una fuerza gobernada por leyes tan reales como la gravedad. la regla de La Física De La Búsqueda dice: Si tienes el valor para dejar atrás todo lo conocido y cómodo, que puede ser desde tu casa hasta viejos rencores, y emprendes un viaje buscando la verdad, externa o internamente, y estás dispuesto a tratar todo lo que te pase como una pista, y aceptas a todo el que encuentres como un maestro, y si estás preparado más que nada para encarar y perdonar realidades muy difíciles sobre ti, la verdad no se te ocultará».
Es decir, emprender un viaje de búsqueda para observar, interiorizar, reflexionar, estar atentos (a la belleza colateral) para que la verdad venga a nosotros y se quede dentro de nosotros.
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Amigos, hay mucha belleza colateral en el sufrimiento. Evolucionas, maduras, creces. Te permites nuevos rumbos. Experimentas. Conoces el amor en su más grande y pura dimensión. No desmayen. Busquen actividades que los liberen. Lean, vean películas, escuchen música, hagan deporte. Rodéense de personas que les sumen. Dividan los problemas. Multipliquen los momentos que les den paz. Resten importancia (un poquito cada día) a esas personas tóxicas que intentaron fallidamente destruir su alegría y su fe.
Cierren el 2019 a lo grande, aunque la celebración sea modesta. Pónganse bonit@s, llénense de entusiasmo y esperanza por el nuevo año que es un libro en blanco esperando a ser escrito por cada uno de ustedes. Recíbanlo con valor y determinación.
¡Feliz año y que su espíritu encuentre el gran por qué de sus vidas que les permita acariciar toda la belleza colateral que a diario el universo nos regala y que muchas veces la mar tumultuosa no nos deja disfrutar!
P.S. El por qué de sus vidas NO está en las redes sociales.