Cuando amanecía el 1° de diciembre de 2016, nada hacía presagiar las fuerzas de la naturaleza que estaban en movimiento en el subsuelo de mi vida y que desatarían poco tiempo después el huaico que sorprendió a mi familia.
Era un jueves normal, día de oficina, de estudios…
Tenía entradas para ir a ver en la noche una obra titulada Mudanza. Iría con toda la familia.
Mientras estaba trabajando, surgió la primera llamada de alerta, un preaviso para abrir los ojos que en su momento me pareció una exageración, un acto de celos filiales, un gesto demasiado hormonal de la hija adolescente, algo sin importancia.
Sin embargo, a medida que pasaban las horas ese aparente evento inocuo fue tomando un cariz preocupante dada la excesiva reacción del inculpado, que se defendía como solía hacerlo, echando humo por la nariz y rascando el suelo listo para embestir al enemigo.
Poco antes de salir para el teatro, el ambiente familiar se encontraba completamente enrarecido, pero como vivíamos a merced de la violencia psicológica, no era algo que nos extrañara demasiado.
Ya en el teatro, lo recuerdo como si hubiera sucedido anoche, la agresividad del difunto contra su hija era tal, que surgieron las amenazas, palabras subidas de tono y desagradables contra ella.
La angustia fue subiendo como una vinagrera por mi garganta. Había pasado por tantas de estas situaciones desagradables que las había normalizado, al punto que seguía como autómata el guión por el que siempre nos hacía transitar el difunto. Por eso digo, y ya creo que lo he escrito por acá, que siempre sentíamos que la vida a su lado era como transitar sobre huevos, tratando de no romperlos.
Para cuando empezó la obra, mis emociones estaban a flor de piel llena de pena, harta del maltrato que ahora ya no era sólo contra mí, sino también contra mi hija.
Allí estaba yo, sentada en la butaca, entre el difunto y mi hija, viendo Mudanza, una obra maravillosa donde una mujer sale de su casa, huyendo de una relación y se refugia en el teatro, el lugar donde se siente más segura y a gusto consigo misma.
Me conmovió tanto ver retratado el cambio de piel del personaje, la soledad, la angustia, la incertidumbre y tener la epifanía (lo sabría después) de que eso era lo que yo necesitaba, que las lágrimas rodaron por mis mejillas toda la obra, absolutamente identificada con todas las emociones del personaje.
Las coincidencias entre la representación y la forma cómo me sentía y lo que poco tiempo después sucedería en mi vida me marcaron, y la maravillosa voz de la actriz interpretando diversas canciones me habló al oído como un ángel de la guarda tomando de mi mano y alistándome para el camino tortuoso pero necesario que emprendería en pocos meses.
Definitivamente, la canción que más me tocó, con la que más me identifico y que, por ende, el día de hoy es uno de mis más queridos himnos es She Used To Be Mine de Sara Bareilles (me llama la atención la coincidencia de que la autora se llame como una de las víctimas del difunto), una canción de mí para mí, que ilustra de una manera espectacular y precisa el viaje que emprendí esa noche aunque aún no lo sabía…
Cuando era niña, me encantaba imaginar que vivía dentro de una película o de una obra teatral. Cada vez que salía del cine o del teatro, sentía que era la protagonista, que me filmaban y vivía una aventura diferente cada vez. No sabía que eso se cumpliría, que sería la protagonista de una mudanza obligatoria, pero que al final terminó siendo una bendición para mí y mis hijos pues gracias a ese cambio hoy tenemos armonía y paz, y ya no andamos de puntitas con miedo de romper huevos, sino que avanzamos firmemente en la carretera de la vida.
Gracias @giselaponcedeleonf por tan maravillosa interpretación de la vida misma
Imagen tomada de Google
She used to be mine, de Sara Bareilles
It’s not simple to say
That most days I don’t recognize me
These shoes and this apron
That place and its patrons
Have taken more than I gave them
It’s not easy to know
I’m not anything like I used to be although it’s true
I was never attention’s sweet center
I still remember that girl
She’s imperfect, but she tries
She is good, but she lies
She is hard on herself
She is broken and won’t ask for help
She is messy, but she’s kind
She is lonely most of the time
She is all of this mixed up
And baked in a beautiful pie
She is gone, but she used to be mine
It’s not what I asked for
Sometimes life just slips in through a back door
And carves out a person
And makes you believe it’s all true
And now I’ve got you
You’re not what I asked for
If I’m honest I know I would give it all back
For a chance to start over
And rewrite an ending or two
For the girl that I knew
Who’ll be reckless, just enough
Who’ll get hurt but who learns how to toughen up
When she’s bruised and gets used
By a man who can’t love
And then she’ll get stuck
And be scared of the life that’s inside her
Growing stronger each day
Till it finally reminds her
To fight just a little
To bring back the fire in her eyes
That’s been gone but used to be mine
Used to be mine
She is messy, but she’s kind
She is lonely most of the time
She is all of this mixed up
And baked in a beautiful pie
She is gone, but she used to be mine
She used to be mine (letra traducida)
No es fácil decir
que la mayor parte de los días no me reconozco
Estos zapatos y este delantal,
este lugar y sus clientes,
se han llevado más de lo que yo les he dado
No es fácil comprender
que no soy para nada como solía ser, aunque es verdad
Nunca fui el dulce centro de atención,
todavía recuerdo a aquella chica.
Ella es imperfecta, pero lo intenta
Ella es buena, pero miente
Es dura consigo misma
está rota, pero no pedirá ayuda
Es un poco desastre, pero es amable
Es solitaria la mayor parte del tiempo
Ella es todo esto mezclado
y cocinado en forma de un bonito pastel
Ella se ha marchado, pero solía ser mía
No es lo que pedí,
algunas veces, la vida se cuela por una puerta trasera,
y forja una persona,
y te hace creer que es todo verdad,
y ahora, yo te tengo a ti
No eres lo que pedí,
siendo honesta, sé que lo devolvería todo
por una oportunidad de empezar de nuevo,
y reescribir un final o dos
para que la chica que conocí
Que será imprudente, sólo lo suficiente
Que saldrá herida, pero aprenderá a curtirse
cuando se haga moratones y sea utilizada
por un hombre que no sabe amar
Y entonces, se quedará trabada
y se asustará de la vida que hay dentro de ella,
creciendo más fuerte cada día,
hasta que al final le recuerde
pelear, sólo un poco,
para traer de vuelta el fuego en sus ojos,
que se había apagado pero solía ser mío,
solía ser mío.
Es un poco desastre, pero es amable
Es solitaria la mayor parte del tiempo
Ella es todo esto mezclado
y cocinado en forma de un bonito pastel
Ella se ha marchado, pero solía ser mía