Veinticuatro años
Un hermoso barco
Doscientos setenta días fuera de casa
Primera vez viviendo sola
Cuatrocientos tripulantes, entre ellos yo
Gente de todas partes del mundo: peruanos, croatas, dominicanos, hondureños, indonesios, italianos, irlandeses, colombianos, filipinos
Dos buenos amigos que hasta hoy me duran
Innumerables lágrimas derramadas al inicio
Incontables noches de diversión cuando me deshice de la tristeza
Mucho dinero en mis manos
Treinta y tres destinos
Independencia, nuevas experiencias, la salida abrupta del cascarón
Maltrato por parte de los encargados de la tripulación
Ciudades maravillosas que recorrí algunas veces acompañada y otras sola
Un peruano que me dijo el piropo más lindo que me hayan dicho “Es muy fácil enamorarse de ti”
Un colombiano que, abusando de su poder, pretendió favores sexuales, sin éxito alguno por supuesto (¡gracias al universo que nunca me pasó nada malo!)
Un indonesio que se enamoró perdidamente de mí y que, según me contaron, se hizo un tatuaje para recordarme siempre
***
Un ottonaio encantador que con paciencia logró despojarme de todas mis barreras. Fuimos compañía en esa soledad aplastante, compartimos nuestras historias, practiqué mi italiano, además de sensaciones nunca antes experimentadas. Era un hombre encantador y guapísimo que con esa lengua extranjera me hizo estremecer y me dejó los más cálidos recuerdos. No me enamoré de él. Mi corazón le pertenecía a otra persona…
Tres meses de erotismo y amistad, una combinación potente. “Non posso dirti che ti amo, ma non dimenticherò mai il tempo passato con te”… No te amé ragazzo, pero nunca olvidaré el tiempo vivido contigo: las noches sin dormir, las fiestas en el crew bar, los coqueteos en los corredores del Costa Allegra, tus guiños sensuales cada vez que me veías, tu olor, tu hermosa voz diciéndome “Bella, sposami” y la tristeza de ambos el día que desembarcaste. Te dije que nunca más nos veríamos y no me creíste. Me dijiste que estabas seguro de que nos encontraríamos siempre de barco en barco, y que cada vez estaríamos juntos, pero ese no era mi destino ni quería que lo fuera. Sin embargo, cada vez que te recuerdo se enciende una llamita que me acompaña.
Espero que seas feliz, que te hayas casado con tu ragazza y que tu matrimonio haya tenido más suerte que el mío… Addio bel ragazzo, ci incontreremo nei nostri sogni, come ci siamo promessi quasi 30 anni fa…